¿Por qué es tan importante deshollinar la chimenea?
La razón más importante por la que se necesita limpiar la chimenea es garantizar una buena combustión y evitar incendios de hollín. Cuanto más hollín tenga la chimenea, peor combustión y más polución emitiremos.
La combustión de una materia, sea sólida (leña, carbón, pelets, etc.), líquida (hidrocarburos, gasóleo) o gaseosa (butano, propano, etc.) genera calorías a la vez que suciedad y residuos (hollines, vitrificados, alquitranes, sulfatos) tanto en el aparato de calefacción como en el conducto de evacuación de humos (chimenea).
En un conducto demasiado sucio u obstruido, los gases de combustión no pueden evacuarse correctamente, y suponen un peligro para la salud.
La intoxicación por monóxido de carbono es la primera causa de mortalidad en accidentes domésticos. Este gas incoloro e inodoro, que resulta de un proceso de combustión incompleta, es un peligro.
La acción de deshollinar y quitar los vitrificados evita la acumulación de depósitos que puedan inflamarse en la chimenea y propagar el fuego a toda la vivienda.
Un conducto sucio perjudica el buen funcionamiento de una instalación y disminuye su vida útil. En una caldera sucia, la pérdida de rendimiento es del 7 al 8% por cada milímetro de depósito (hollines, sulfatos, vitrificados,…).
Lo ideal es limpiar la chimenea una vez al año mecánicamente y utilizar productos químicos de mantenimiento en la temporada de uso. Si el uso que damos a nuestra chimenea es esporádico, en fines de semana y períodos de mucho frío, con hacerlo una vez cada dos inviernos será suficiente.
La mejor manera de mantener en plena forma una chimenea es a través de una correcta limpieza de toda la instalación. Eliminar cada cierto tiempo los restos de la leña, el pellet o el carbón ayuda a evitar que se produzcan incendios o intoxicaciones provocados por los gases de combustión.